En el antiguo Egipto cada persona estaba compuesta de una serie de elementos sin los cuales la vida no era posible. De la misma forma en que hoy en día algunos pueden afirmar que somos carne y espíritu, en la tierra del Nilo también encontramos diferentes conceptos que integran un todo y que conforman tanto la vida de una persona como su identidad. A continuación vamos a repasar estos elementos:
El nombre
Lo que para nosotros es un detalle de relativa importancia, para los antiguos egipcios suponía una parte fundamental de su identidad y el primer elemento que iban a recibir desde recién nacidos. El nombre no era solo una forma de referirse a un individuo concreto sino una esencia vital de la persona que definía su personalidad, su futuro y que tenía una importancia clave en los aspectos post-mortem. Para que una persona existiese debía recibir un nombre al nacer.
De esta manera, el nombre (ren en antiguo egipcio) gozaba de un poder increíble siendo capaz de hacer realidad diversos conceptos solo con ser pronunciado o escrito. Los ejemplos más evidentes de esta cualidad del nombre los encontramos en las formulas de ofrendas que el difunto inscribía en su tumba para disponer de sustento en el más allá. Simplemente con que figurase escrito o con que alguien lo leyese convertía en realidad su contenido. Si una ofrenda estaba dirigida a un individuo especifico esta ofrenda se hacía realidad ya que estaba escrita y podía ser leída. Esta es una de las cualidades que tiene la palabra escrita en la concepción de los egipcios.
A lo largo de su vida una persona podía adoptar distintos nombres, según su posición en la sociedad, como sucedía con los reyes o los dioses. Los dioses podían incluso tener un nombre secreto, pues el conocimiento del nombre de una deidad podía implicar tener control sobre ese dios. Un magnifico ejemplo de esto lo encontramos en el cuento en el que la diosa Ast (Isis) consigue mediante el engaño descubrir el nombre secreto de Ra por lo que pasa a tener control sobre él y su poder.
Pesaje del corazón en el juicio del difunto. Imagen de Wikimedia Commons
Era tal el poder del nombre que su eliminación suponía la no existencia de una persona. Que un rey borrase el nombre de un monarca anterior o sustituyese su nombre en una estatua o relieve implicaba que la primera persona no llegó a existir, no forma parte de la realidad ya que no hay registro de su existencia y que la estatua o relieve del segundo individuo pasa a convertirse en obra suya por mucho que fuese de una época anterior ya que la mera presencia de su nombre lo convertía en realidad.
El cuerpo
Una de las partes del ser humano. Denominado Jat. Es, quizá, el elemento que menos explicaciones requiere ya que es bastante auto explicativo. El cuerpo es el recipiente físico del ser humano, el soporte en el que habitan el resto de elementos que conforman la totalidad de la persona.
El cuerpo no es eterno por lo que hay que preservarlo tras la muerte para asegurar la continuidad del ser humano, si no hay cuerpo el resto de elementos no pueden existir.
Un claro ejemplo de la desaparición del difunto, y por tanto de su no existencia, es que en el juicio en el que se pesa el corazón contra la pluma la bestia Ammit es la encargada de despedazar el cuerpo si los actos del fallecido durante su vida no han respetado la maat, negándole así la eternidad y condenándole a un olvido eterno.
El corazón
Elemento doble pues físicamente era una parte interior del cuerpo humano que debía conservarse tras la muerte de este, por ese motivo no se extraía con las vísceras, y por otro lado el elemento que contenía el pensamiento, la capacidad de razonar y la inteligencia de una persona, elementos que hoy en día sabemos que son funciones del cerebro, pero que para los antiguos egipcios residían en este órgano, de la misma forma en que hoy consideramos las emociones o el amor como sentimientos ligados al corazón.
Amuleto con forma de corazón.
Debido a que es el receptor de la razón y del pensamiento es el corazón el que se coloca sobre la balanza en el juicio del fallecido en contraposición a la diosa Maat o la pluma que la representa. Si el corazón es más ligero el fallecido ha superado el juicio, en caso de que su corazón pese más porque no ha vivido en Maat será devorado por Ammit condenando al difunto a la desaparición y el olvido eterno, pues no se puede vivir sin corazón. Por este motivo en los cuerpos de los fallecidos se depositaban amuletos en los que se instaba al corazón a no hablar mal del difunto.
La sombra
A pesar de que el nombre parece completamente explicativo y que podemos equipar el concepto de sombra del antiguo Egipto al nuestro moderno, no es totalmente cierto. La sombra es un elemento que forma parte del ser humano, que representa un doble del mismo y que le acompaña durante el día.
Se representa como un ser humano completamente de color negro pero no entendida solo como la sombra que proyecta de nuestro cuerpo el sol, sino que este elemento tiene un importante carácter funerario donde no hay ese reflejo que proyecte la sombra de una persona, sino como un doble de color oscuro de un ser vivo que podía incluso acompañar al ba cuando este abandonaba el cuerpo del fallecido.
En vida se entendía que la sombra de la persona poseía una parte de la misma.
El Ka
El Ka es un concepto que no ha llegado a ser entendido o explicado de forma perfecta pues nuestras creencias actuales implican que busquemos símiles entre diversos conceptos que no corresponden exactamente con el significado original de la palabra. De esta forma, solemos encontrar el ka definido como el alma o el espíritu de una persona y no es exactamente así.
El Ka es más una fuerza vital, un elemento que hace posible la existencia y sin la cual no podemos vivir, pero no tiene una representación física o incorpórea como el alma de los cristianos. Sin esta fuerza vital, sin esta animación, no podríamos vivir y por ello el dios Jnum da forma al ka de cada individuo en su torno de alfarero con el objetivo de ser el doble inmaterial del cuerpo.
El dios Jnum moldeando en su torno. Escena de la teogamia de Amenhotep III. Dibujo original de Schwaller de Lubicz
Su forma de representarlo y escribirlo es como dos brazos unidos en ángulo de 45 grados que simulan estar en posición de oración.
El ka abandona el cuerpo tras la muerte de este, pero para poder conseguir sobrevivir en el otro mundo el cuerpo no puede seguir existiendo sin esta fuerza vital que lo anime por lo que el ka debe retornar al cuerpo para evadir la muerte definitiva.
Pero el ka no podía subsistir sin alimento, por eso las ofrendas solían ir dirigidas al ka de la persona que se nutría de la energía de estas ofrendas para perpetuar su existencia y su vinculo con el cuerpo tras la muerte. Tenemos constancia de la figura de un “servidor del ka”, que era la persona encargada de ir a la tumba del difunto y realizar la invocación de las ofrendas para alimentar al ka.
Es, como vemos, un concepto complejo y de difícil asimilación para nuestras creencias actuales, pero algo completamente lógico y normal dentro del sistema de pensamiento del antiguo Egipto, no obstante, y para rizar el rizo, dioses como Ra podían tener hasta 14 ka.
Para Faulkner el ka no puede definirse como un solo elemento, sino como una multiplicidad de ellos tales como alma, espíritu, esencia, personalidad o deseo.
Para enmarañar un poco más este concepto, cuando parece que nos va quedando claro, encontramos alguna referencias al ka que no hacen más que devolvernos al desconocimiento inicial al no mostrar claramente a qué hace referencia este elemento. Por ejemplo, en una inscripción encontrada en una estela en época del rey Thutmosis III en Gebel Barkal (Estela de la victoria) encontramos la siguiente referencia: ““Tomé los países del sur por orden de su espíritu (escrito como Ka en el texto) y los norteños de acuerdo con su guía”
Estela de la victoria de Thutmosis III. Créditos de la imagen: Museum Fine Arts Boston https://collections.mfa.org/objects/145121
El Ka en los textos de las pirámides
En la declaración 36 leemos: “Tu purificación es la purificación de Jer (Horus), tu purificación es la purificación de Suti (Seth), tu purificación es la purificación de Yejuti (Thot), tu purificación es la purificación de Dun-Anuy, tu purificación es la purificación de tu ka, tu purificación es la purificación de tu purificación”. Aquí vemos como el ka debe ser purificado como parte de un ritual de purificación doble del rey.
En la declaración 46 leemos: “Recita cuatro veces: Un presente que el rey garantiza al ka del rey”. En esta formula encontramos la alusión ya mencionada a que el ka requiere de alimento al igual que el cuerpo y por tanto debe recibir ofrendas para subsistir, de no hacerlo perecerá.
Estatua del Ka actualmente en el Museo Egipcio de El Cairo. Imagen de Wikipedia (Jon Bodsworth)
En la declaración 50 encontramos una referencia a que el Ka del rey es la misma esencia del rey, un aspecto inseparable del mismo: “¡Oh, Ra! Si te alzas en el cielo, te alzas para el rey, señor de todas las cosas; si todas las cosas te pertenecen, entonces todas las cosas pertenecerán al ka del rey.”
Finalmente, como ejemplo, quiero resaltar la declaración 215 que habla de cómo el rey asciende al cielo como una estrella y en la que se puede leer: “Tus miembros son los hijos gemelos de Atum, Oh imperecedero. No morirás y tu ka (traducido como doble por Faulkner) no morirá porque tú eres un ka.” La traducción de Faulkner ya asimila directamente esta idea del ka como un doble del rey, pero creo que limita la traducción del termino restringiendo el resto de interpretaciones y funciones que el ka representa. Como vemos en esta declaración el ka vivirá si todo se hace correctamente porque el rey vivirá y el rey vivirá porque su ka lo hará igualmente.
El ba
Es otro concepto de difícil asimilación y que viene a ser considerado como la personalidad. Es un elemento que va ligado al ser humano y sin el cual no puede subsistir y que, como sucede con el ka, tras la muerte del cuerpo abandona el mismo pero debe retornar para asegurar la continuidad de la vida en el más allá. Cuando sale del cuerpo lo hace representado como un ave con la cabeza del difunto, especialmente en el reino Nuevo apareciendo en periodos anteriores más como una cigüeña, cuando era mostrado.
A pesar de definirlo como la personalidad del difunto no era un elemento presente en vida sino que se manifestaba cuando el cuerpo moría y el ba era el recipiente de la personalidad del individuo así como de la animación del mismo que abandonaba su cuerpo para ir al más allá y que debía retornar al mismo para preservarlo ya que sino volviese el cuerpo moriría definitivamente. Por este motivo encontramos formulas funerarias en las que se indica cómo permitir al Ba que se reúna con el cuerpo en el más allá. Es la parte móvil del ser humano una vez muerto, al contrario del ka que debe permanecer ligado al difunto, el ba goza de libertad de movimiento.
Representación del ba en escena de la tumba de Irinefer.
De sobra conocido es el relato del diálogo de un hombre desesperado con su Ba del Reino medio en el que un hombre conversa con su Ba para evitar que se suicide.
El ba en los textos de las pirámides
De la misma forma que para el Ka, el Ba también aparece nombrado en los textos de las pirámides y de estos podemos intentar extraer una serie de conclusiones acerca de su naturaleza y funciones. Por ejemplo, en la declaración 356 en la que Jer (Horus) y el rey luchan contra Suti (Seth) con la ayuda del dios Geb leemos: “Tu hijo Jer le ha vencido, él le ha arrebatado su ojo y te lo ha dado. Obtienes tu ba por medio suyo, obtienes poder por medio de él a la cabeza de los espíritus. Jer te ha dispuesto para apoderarte de tus enemigos y no hay ninguno que pueda escapar de ti. Jer realmente tiene un ba, y él reconoce a su padre en ti, en tu nombre de ba de rey.”
En la declaración 360 vemos como el Ba viaja fuera del cuerpo: “Oh, Nun, deja que las puertas estén abiertas para mí, para que vean que he llegado, un ba divino.”
Sin embargo, el concepto vuelve a presentarse ambiguo en la declaración 468 en el que el Ba parece definirse más como el concepto de alma o espiritu que conocemos: “¡Oh rey, sé un ba como las almas de On! ¡Sé un ba como las almas de Nejem! ¡Sé un ba como las almas de Pé! ¡Sé un ba como una estrella viva a la cabeza de sus hermanas!
El Aj
Otro más de los elementos que daban forma y sentido al ser humano, en este caso la forma en la que el difunto habitaba en el más allá. Es el concepto más difícil de definir de todos los que hemos nombrado anteriormente y se representaba como un ibis.
Al contrario que otros elementos el Aj solo se manifiesta tras la muerte del cuerpo y se encuentra vinculado al Ka y al Ba de forma inseparable. Algunos lo han definido como una unión del ka y el ba que da lugar a un nuevo elemento. Es un elemento que sirve al difunto para ascender a las estrellas como se refleja en los textos de las pirámides del Reino antiguo, un concepto luminoso vinculado a la vida del ser humano en las estrellas.
Conclusiones
Hemos visto todos los elementos que forman parte de un ser humano, o un dios, si bien es cierto que varios de estos conceptos como el de ka o ba no están totalmente claros o, mejor dicho, no podemos definirlos como un solo elemento, reducirlos a una explicación sencilla y comprensible para una mentalidad no egipcia. Estos conceptos son muchas cosas a la vez y al mismo tiempo no son excluyentes entre ellas, algo habitual en el pensamiento egipcio.
Por último, quiero reproducir otra fragmento de una declaración de los textos de las pirámides, en concreto las declaraciones 273 y 274 conocidas como “Himno caníbal” en el que podemos leer como el rey devora a los dioses, a los hombres y sus enemigos y obtiene de ellos su poder:
“¡Mirad! Sus bas están en el vientre del rey, sus espíritus están en poder del rey como los sobrantes de su comida provenientes de los dioses que son cocinados por el rey a partir de sus huesos. ¡Mirad! Sus bas están en posesión del rey, sus sombras son tomadas de sus propietarios.”
Bibliografía:
Camps Vives, Eduard - Pensamiento y religión en el Antiguo Egipto. La historia de un mundo en abstracto. (2014)
Faulkner, R. O. - Diccionario conciso de Egipcio medio (1995)
Jan Nederhof, Mark - Gebel Barkal stela of Tuthmosis III translation (2006)
Nuñez Bascuñan, Rodrigo Andrés - La noción de espacio en el reino antiguo egipcio, a partir de la idea-fuerza del Ka. (2009)
Taber, Gerardo P. - Magina y maldiciones del Egipto faraónico. Concepciones desde la antigüedad hasta el imaginario contemporáneo. Revista Egiptología 2,0 nº4 (2016)
Para los textos de las pirámides: https://www.pyramidtextsonline.com/index.html
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